Estudio y análisis de la poeta e investigadora Margarita Bustos, a mi poemario Pasaporte, editado en Chile con Andesgraund ediciones y en Bolivia con el grupo editorial La Hoguera.

Cuando Gabriela Mistral nos dice en una de sus tantas reflexiones respecto a la poesía, y cómo mira el mundo quien escribe: “Yo creo que cuando nacemos, los que vamos a hacer versos traemos en el ojo una viga atravesada. Esa viga atravesada nos deforma, ya sea transfigurándolo o en otra forma, todo lo que miramos y nos hace para toda la vida antilógicos y antirrealistas (…)” Pienso en la PoÉtica que escriben los ojos y la voz de Claudia Vaca, por varias razones que explicaré a continuación. La autora de Pasaporte (de un e-Lector) nos sitúa frente al libro como lectores que a priori podemos elegir: qué leer, cuándo hacerlo, elegir educar nuestras experiencias colectivas e individuales, elegir mirar el mundo más allá del neoliberalismo devorador, escoger situarnos en los significantes y sus significados robados, caminar dentro de las palabras democracia, dictadura, ciudad, voto y los tejidos semánticos que podemos (re) construir a partir de ellas, elegir crear/reESCRIBIR una ética que recobre el sentido de las palabras para volverlas a escuchar habitando la memoria de una Latinoamérica sin fronteras de odio. Sin embargo, esta invitación requiere de parte de nosotras/os/es otras formas de mirar y decirnos, demanda situarnos y la hablante lírica nos exhorta desde la trashumancia del viaje de quienes migran, y las barreras tangibles e intangibles que se enfrentan a diario en este éxodo de caminantes hambrientos, huyendo de la violencia de sus territorios, esperanzados por discursos y espejismos construidos por hombres cuya gula consume vidas, recursos naturales, afectos y memorias.

Cuando Gabriela Mistral nos dice en una de sus tantas reflexiones respecto a la poesía, y cómo mira el mundo quien escribe: “Yo creo que cuando nacemos, los que vamos a hacer versos traemos en el ojo una viga atravesada. Esa viga atravesada nos deforma, ya sea transfigurándolo o en otra forma, todo lo que miramos y nos hace para toda la vida antilógicos y antirrealistas (…)” Pienso en la PoÉtica que escriben los ojos y la voz de Claudia Vaca, por varias razones que explicaré a continuación. La autora de Pasaporte (de un e-Lector) nos sitúa frente al libro como lectores que a priori podemos elegir: qué leer, cuándo hacerlo, elegir educar nuestras experiencias colectivas e individuales, elegir mirar el mundo más allá del neoliberalismo devorador, escoger situarnos en los significantes y sus significados robados, caminar dentro de las palabras democracia, dictadura, ciudad, voto y los tejidos semánticos que podemos (re) construir a partir de ellas, elegir crear/reESCRIBIR una ética que recobre el sentido de las palabras para volverlas a escuchar habitando la memoria de una Latinoamérica sin fronteras de odio. Sin embargo, esta invitación requiere de parte de nosotras/os/es otras formas de mirar y decirnos, demanda situarnos y la hablante lírica nos exhorta desde la trashumancia del viaje de quienes migran, y las barreras tangibles e intangibles que se enfrentan a diario en este éxodo de caminantes hambrientos, huyendo de la violencia de sus territorios, esperanzados por discursos y espejismos construidos por hombres cuya gula consume vidas, recursos naturales, afectos y memorias.

Margarita Bustos, Claudia Vaca, Dr. Hernán Dinamarca y Ana María López. Fotos: Espacio Estravagario, Fundación Neruda

Claudia Vaca también carga con un Pasaporte y los obstáculos del código de barras, de la borradura de nombres e identidades, sabe que como lo expresara Gabriela Mistral,ha podido ver con una viga atravesada, tiene una responsabilidad PoÉtica con otros/as e-lectores, con el libro como pasaporte para que circulen nuevos discursos y didácticas por diferentes latitudes, para que el decolonialismo se cuele en los versos, en los ojos y las palabras en tránsito. Al respecto en el poema Discurso, nos dice:

“(…) las palabas se hacen cenizas

tosiendo la vida

            seguimos la ruta de cada vocal

            nos lavamos los oídos

            en el río del éxodo

[…]     flotan las fronteras y el visado.

            La autora sabe que el visado y quiénes “lo confieren” categorizan los cuerpos y subjetividades, no es lo mismo migrar siendo mujer blanca cisgénero, que migrante aimara transgénero. En los poemas Democracia de lobos, Liquidaciones, Mendigos, Visados, nos interpela utilizando una actitud apostrófica y a momentos se desplaza a la voz carmínica para recordarnos que canta y escribe desde su propia experiencia como mujer, migrante, sudamericana, abordando la territorialización del yo que muchas veces pasa desapercibido sobre todo desde una identidad autoral femenina.

Fotos: Espacio Estravagario, Fundación Neruda

            La teórica feminista anticolonialista Valeria Flores comprendiendo el lenguaje como herramienta epistemológica territorial, señala que: “El lenguaje es un estratégico campo de batalla, un sitio de pugnas en torno a los modelos de (in)inteligibilidad del mundo, de los [79] mundos. Es el cuerpo en la experiencia de la herida, de la ofensa, de la venganza, de la lesión, del terror, de los golpes, de las cicatrices, de los crímenes, de los asesinatos colectivos. En su territorio se despliegan las máquinas de producción de saber/sentir/hacer que modelan una determinada relación entre el conocimiento y la sociedad” (Flores: 2013)  

            De esta manera nos encontramos con versos en diferentes poemas donde las heridas se confieren a los cuerpos con o sin pasaporte, así como al cuerpo social una y otra vez manipulado y oprimido por Golpes, lesiones y crímenes cotidianos del capitalismo. Por ejemplo en el poema Ciudad Leviatán nos dice:

“oí el discurso inaugural de calles y avenidas…

Vi hombres comiendo caperuzas,

Caperucitas mascando lobos

Haciendo arcadas. (…)

O en Lavados:

“Han lavado tantas veces este mundo

Diversas monedas e imperios

En agua roja de batallas

Agua marrón               sangre de árboles

Transparente en lágrimas de niñez”.

            Este poemario también nos impele a preguntarnos: ¿Cómo es posible ejercer nuestro derecho a una Educación, nuestro derecho a migrar, nuestros derechos en Democracias e Ingenierías que la voz poética que habita en las páginas de Pasaporte nos revela no están garantizados? Poemas cuya voz apelativa nos habla de frente indicándonos que habitamos entre lobos adictos al cocadólar, cuyas monedas de cambio son las personas del campo y la ciudad, que debemos desconfiar del ingenio ingenieril que rediseña una y otra vez la explotación y la pobreza…con estados que sólo sirven a sí mismos. Así lo observamos por ejemplo en el poema Ingeniería de la Pobreza:

“(…) en la era del socialismos de la pobreza

se ingiere más fruta pasada de tiempo

se cosecha el verde antes de que brote

todos IN en la foto de la pro GENIE para que RÍA

la POBREZA en desvariados idiomas

del gabinete ministerial experto en capitalizar el sonido

de estómagos vacíos”

O en los versos de Cueva:

mejor precio del indígena indigente dirigente presidente

ENTE desorbitado por el verde cocadólar con moda

divergente en el estómago del clan destino que compra

agua oxígeno entabacado asfixiante]”

Margarita Bustos, Ana María Lara y Claudia Vaca. Fotos: Espacio Estravagario, Fundación Neruda.

            Resignificando las penurias de viajeros que migran cotidianamente en condiciones infrahumanas, pero sobre todo invitándonos a mirar de frente cómo opera el Voto, la innovación, la Democracia, La Ciudad, el Éxodo. A diferencia de los discursos y promesas de políticos y economistas neoliberales de izquierda y derecha, la hablante lírica nos muestra los nudos críticos y nos recuerda que podemos intentar desanudar(los) como e-Lectores, mientras viajamos junto a un libro, dentro de la historia y las emociones que éste genera en nosotros/as, cuando dialogamos con otros/as. Claudia Vaca deconstruye el lenguaje en actos de habla que posibilitan acciones en la Ciudad Leviatán y fuera de ella, un lenguaje cuyas mayúsculas y guiones nos invitan a leernos antilógicos (para volver a la cita inicial de Mistral) pero más e-lectores que nunca. A través de las páginas de este libro comprendemos el territorio a partir del lenguaje y sus semantemas, “un territorio de intervención política es un campo de fuerzas – cualquier campo de fuerzas- atravesado por relaciones de poder que gobiernan a prácticas, discursos, representaciones, cuerpos e identidades mediante sistemas de imposición, subyugación y exclusión de lo que no se ajusta a sus reglas de dominancia. Existe politicidad ahí donde operan codificaciones de poder susceptibles de ser interrumpidas y desviadas mediante actos críticos de oposición que subviertan sus jerarquías de valor y distinción, sus normas autoritarias y sus totalizaciones represivas” (Richard: 2011)

En Caja de Pandora, la hablante lírica expresa:

“botan todo

menos la esperanza

pero no te hagas ilusiones

porque doña espeanza es un ma que otroga poder:

Doña esperanza se maquilla de créditos bancarios

que hipotecan tu vida.

Doña esperanza es una usurera

se hermosea con dinero y seduce tu existencia.”

En el poema Convocatoria Latinoamericana:

Convoco un retiro de gobernantes y candidatos,

Los convoco a respetar las eLecciones de sus eLectores.

Convoco a hacer este país y continente

con sobriedad y lucidez

con marchas de covablos integradores

mirando la singularidad de cada ciudadano y no la masa

enardecida.”

Los poetas Margarita Bustos, Aldo Biglia, Oscar Saavedra, Fanny Campos. Fotos: Espacio Estravagario, Fundación Neruda

Las instrucciones para el vocablo migrante, como el que parte, coloniza, transmigra, larga, marcha, expatria, desplaza o ausenta de su propio país, nación, patria o del Estado y radicarse en el extranjero habitan en la posibilidad de comprendernos en toda nuestra dimensión humana y sus interseccionalidades, somos habitantes de un planeta que agoniza, por falta de agua y exceso de muros físicos y mentales. Así lo desnuda en Instrucciones para el viaje:

“leer en ayuna y en tu cama,

si no tenés una, sirve el piso de tu casa,

si no teés casa, sirve el cielo de tu país,

si no tenés país, sirve tu conciencia despierta,

si estás durmiendo, sirve el hueco de tu estómago(…)”

            Este pasaporte porta el signo de los tiempos, el símbolo del capital, papel moneda, cocadólar, paseo Huuérfanos con Estado, también palabras lúcidas, insurgentes que nos hermanan devolviéndonos la posibilidad de elegir y votar/botar las fronteras de los Estados sirviendo al colonialismo y al capitalismo, las fronteras de la desmemoria y las que nos habitan en el lenguaje.

*Margarita Bustos Castillo Poeta, docente y gestora cultural. Investigadora en temas de inclusión educativa. Ha publicado “Maldigo el paraíso de tu abandono” (Editorial Puerto Alegre, Valparaíso 2011) “Eros en la Lengua” (Punto de Luz ediciones, Rancagua 2015) y “Existencial(es)” (Marciano Ediciones, Santiago, 2017). Además de ser publicada en diversas antologías. Traducida parcialmente al inglés y rumano.

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