Las voces herederas de la Democracia, nacimos en tiempos de No dictadura y ello conlleva grandes implicancias, responsabilidades éticas y estéticas, desde las cuales escribimos, consciente o inconscientemente. Las herederas de la Democracia, heredamos las conquistas de Hilda Mundy, Adela Zamudio, Alejandra Pizarnik, Juana de Ibarbourou, Sara Cane, son escritoras que encuentran su genética y corpus literario en la imáGEN, sus cuerpos físicos nacieron en otro siglo, han vivido en los genes de la imagen des-bordando la palabra, el idioma. Hoy por hoy, con el legado de sus voces y sus palabras des-bordadas (des tejidas), en el contexto de la sociedad de la información, tecnologías de la comunicación, se entrecruzan las lenguas, los códigos, dialogan las artes, como lo hicieran en las vanguardias, pero esta vez desde la hipertextualidad y la hiperrealidad, superando el caleidoscopio.

Poemario de Margarita Bustos

En este contexto informacional lograr conocimiento es todo un reto lector intratextual e intercultural, las nacionalidades se diluyen, volviéndose acaso un absurdo, a lo Beckett en Esperando a Godot, o un pretexto para iniciar a lo Dürrenmatt  El proceso por la sombra del burro, así entre obra y obra nos encontramos con novelas y poemarios dialogando con diversos géneros literarios y artísticos, como Demos, Árbol, El filo de las Hojas de Jéssica Freudenthal que atraviesan las fronteras del idioma, de un país, de un género literario como la poesía, y generan una lectura que dispara imágenes teatrales, transfiere escenas de películas en las cuales el horror de la patria amarra los cuerpos, los nombres, y degenera los géneros literarios y humanos, remitiéndonos a la vez, a Safo en sus poemas sobre las fronteras del amor.

En estos tiempos informacionales, el beneficio de estar informados y acceder a variados textos y géneros, nos reta a generar una lectura intratextual y a construir una poÉtica lectora que supere la decodificación e interpretación, nos demanda una capacidad de articulación multidisciplinaria, la cualidad por excelencia de la lectura. De esta manera se establecen vínculos desde la IMAgenética que activa caminos auténticos y a la vez heredados por autoras como Giovana Rivero, cuya narrativa impetuosa en imágenes, emociones, invoca el fuego mismo de la matriarca, denuncia la voz que cría callos, los hace hablar, volviéndolos raíces, su narrativa es intrínsecamente poética, hace llover al lector,  marca un antes y un después en la escritura boliviana. Tenemos a  las poetas Hilda Mundy, Adela Zamudio, Yolanda Bedregal, Emma Villazón, mujeres escritoras que derribaron con su coraje y la genética de imaginar un mundo libre de opresión, liberaron esos mundos en su poética, los plasmaron en cada palabra, en la sintaxis de su escritura, de la ausencia de su puntuación, de los quiebres y dislocaciones morfológicas de cada palabra que iban recreando, en su vida misma forjaron la libertad que hoy hemos heredado. Además, algunas de ellas fungieron de profesoras, de radialistas, de secretarias, para sustentarse materialmente, para ser escuchadas, unas tuvieron más batallas que otras, pero las batallas interiores, las de la genética del coraje, las sostuvieron todas, y salieron victoriosas.

Las escritoras Soledad Fariña y Elvira Hernández en la FILSA 2018

Hay una generación de voces tejiendo Latinoamérica, entre ellas Gladys Mendía en su poemario Inquietantes dislocaciones del pulso, aborda una intratextualidad de los mensajes dejados en los muros (grafitis) y la imagen de ciudades rebalsadas de ira y desigualdad, migración y exclusión social en ciudades metropolitanas de Latinoamérica, cuya arquitectura construye y deconstruye nuevos códigos en la arquitectura del lenguaje, generándose una incomunicación entre los habitantes del territorio. La poética de Gladys Mendía (Venezuela-Chile) dialoga con la de Lucía Carvalho (Bolivia) y la narrativa con elementos poéticos vanguardistas de Isabel Suárez en su libro de cuentos Caja de Zapatos. Gladys toma los grafitis la ciudad como metáforas para abordar la deconstrucción ciudadana y la interpelación al sistema, desde la subjetividad de quien escribe representando la voz de esos muchos que hablan en los muros. Lucía Carvalho aborda su poética desde la modernidad líquida de la cual habla el filósofo Bauman, reflejando así el duelo de una generación, un duelo que busca transmutarse en las luces de un escenario teatral, en la caligrafía de cualquier alfabeto, en el humo del tabaco, en la contingencia cotidiana que con-vence pero no vence las ganas por conquistar los sueños de toda una generación.

Poemario Temporarias de Emma Villazón

Poemario de Gladys Mendía

Por su parte, Isabel Suárez le da voz a elementos culinarios, para personificar e interpelar al patriarcado, ejerciendo una crítica mordaz, con gran ironía, sobre las lógicas a las cuales el común de las neuronas se ha acostumbrado a leer, disloca la estructura misma del texto para que el lector se incomode y encuentre su propia comodidad derribando lo que no sirve para avanzar con sus personajes, que son seres corrientes como una cebolla, un micro, un sándwich, una joven que recorre la ciudad, etc. a estos seres los pone en la corriente eléctrica de la crítica, la suya, como lectora de sus propios personajes, como autora de su fantasía, los interpela, los sacude para que reaccionen.

Todas estas autoras generan una intratextualidad e intertextualidad cercana a nuestra realidad, si bien son de países diferentes, épocas distintas, sus luchas conservan la premisa pizarniana del coraje, la premisa de Hilda Mundy de la voracidad para decir, la premisa filosófica del mismo Ricoeur en las hermenéuticas textuales, que nos convocan a leer filosofía, historia, misticismo religioso para entender los ritos de algunos personajes, diversos géneros literarios, porque ellas escriben desde una imaGENética literaria que está por encima de cánones y etiquetas, desde un útero capaz de poner sus propia SEMilla, gestarse y parirse las veces que quiera, mantenerse fértil y seguir creando su propia obra.

En la obra de Margarita Bustos (Chile) con su poemario Existencial (es), en el cual plantea la máxima pizarniana: el silencio es de oro, y desde allí destila el veneno de los sonidos cuando la sangre gotea lo callado que encallece la garganta, en sus poemas están las sílabas de poetas como Elvira Hernández, Soledad Fariña, Malú Urriola. Existencial (es), se configura desde los signos de puntuación que significan lo cotidiano, la ciudad, la imagen de la sonrisa entrecortada y el grito que no será más silenciado, los exilios de la casa y los países, el éxodo de familias, los autoritarismos en el hogar, la voracidad de Chile comiéndose a sus propios hijos, muchos países son cantados en la voz de la poeta Margarita Bustos, hay en su poesía la huella de la sombría realidad política mundial combinada con humor.

La poética de Margarita Bustos reflejada en Existencial (es) dialoga con la voz estética y ética de mujeres de la literatura boliviana, chilena, uruguaya, del siglo XX, siglo XIX y las Liberoamericanas de este siglo, se teje una herencia en tres siglos, teje a todas las mujeres en un sustantivo esencial: El coraje, de las voces poÉticas del continente latinoamericano que cada vez desbordamos más, y se nos sale del mapa, la letra, la caligrafía.

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