Esta es una crítica de arte a la obra del pintor guatemalteco Richie Morales, a quien tuve el honor de conocer gracias a mi entrañable amiga Geraldine Paredes Vasquez, enlazadora de mundos. El ensayo analiza, desde la filosofía del lenguaje, la colección pictórica Los efectos del tiempos sobre la memoria, a realizarse en Madison, EE.UU. del 13 de mayo al 10 de Julio del 2021. Así mismo se realizará un diálogo entre poesía-pintura y dandza- con la artista de la danza Natalia Hildner en el evento Kachkaniraqmi con el baile, la pintura de Richie Morales y mis poemas escritos para cada lienzo de dicha colección del pintor, los mismos serán recitados por la voz celestial de Geraldine Paredes Vasquez del 4 al 6 de Junio. Los invito a leer el ensayo y disfrutar de alguna de las pinturas de Richie.
Ontología del color:
El origen de los colores en la obra del pintor Richie Morales, nos invita a catar la luz en sus distintas etapas. En cada cultura hay distintos mitos y leyendas sobre el origen del color, leer la pictopoiesis de Richie me remonta a muchos de estos mitos que están vivos en diversidad de lenguas y lenguajes en distintas partes del mundo. Superando el antropocentrismo esta obra de arte nos acerca al mundo ontológico del color y de su propia estética, explora el dolor para sanarnos.
La memoria del rojo con el violeta en los jardines violentados, expresa los desencuentros y encuentros experimentados desde los sentidos polisémicos que resuenan al mirar por largo tiempo cada uno de sus cuadros, dejarse abrazar por el trance que transfigura las formas preconcebidas por el monopolio de ciertas ideas.
Dejarse poseer por el canto de cada color, es regalarse un viaje mítico hacia la fuerza aureólica y la incidencia de la luz recayendo en cada tono y ritmo.
Los efectos del tiempo entendido como los quiebres de divinidades y modos de nombrarlos, desde el Dios astado de los bosques eslávicos, el Dios cronos de la cultura griega comiéndose a sus propios hijos, el Dios Jichi de las culturas amazónicas, el ave Quetzal como epifanía de la libertad en peligro de extinción, la libertad de ser, hacer, vivir, expresar lo que anhelamos, sea en el canto, la pintura, la poesía, la danza, la diversidad de manifestaciones álmicas.
La obra de Richie Morales es sobre la memoria: la memoria gastada, la memoria de la vida en la muerte y viceversa. Los códigos del color que imprime Richie en cada lienzo corresponden a lo que el filólogo Walter Ong llamó: «(…) la condensación de diversas culturas, de diversos continentes y sus leyendas.»
La naturaleza del color:
Los efectos del tiempo sobre la memoria nos acercan al aleteo de la libélula bordeando la leyenda del colibrí en tiempos incendiarios. Cada movimiento de ave y flores aletea la vida de quien mira y escucha el ritmo del verde y el azul, se deja fundir con la velocidad del rojo en el ojo de la ira y el amor danzando al unísono, como señal de vida y muerte, transcurriendo en los brazos del amarillo arropando los verdesoles palpitantes de nuevos seres que crea la inmensidad creativa de Richie Morales.
El olor de las parabas está atravesando la brisa que palpita en el corazón de la memoria de quienes presencian esta creación, latiendo en las hojas que bordean la mirada y el tacto del pintor, que nos toca y nos mira en la hondura de su camino, nos entrega su ser con el honor del Quetzal.
Volviendo a los mitos que me incitó a recorrer la riqueza de las culturas orales de América, y a las cuales nos traslada la obra de Richie se observa que en la mitología Chiquitana de Bolivia el origen de los colores es el encuentro de varias aves aleteando junto a las hojas y flores de los árboles, la lluvia de sus cantos bordea el cielo y caen los colores. En la mitología guaraní el origen de los colores está asociado con las estrellas y el canto de los niños que han quedado huérfanos, este mito es recurrente también en la cultura Ayoreode de Bolivia.
En la mitología guatemalteca y mesoamericana en su gran parte el origen de los colores está en el maíz. De ello ha versado el gran libro sagrado de los mayas: Popol Vuh con legendarias e históricas concepciones sobre la vida, la muerte. El valor histórico y espiritual de esta obra resplandece en esta exposición de Richie Morales con los efectos del tiempo sobre la memoria.
El escritor Cortázar en su libro rayuela, explora mitos y leyendas, los deconstruye para generar juegos e invitarnos a recorrer un camino espiritual desde la palabra. A este acto lúdico nos invita Richie desde uno de los idiomas universales: la pintura. Cada cuadro salpica un canto, que te hace reconocer tu propia voz, tu propio movimiento para bailar en el lienzo de la vida y las memorias.
El filósofo de la memoria y las interpretaciones: Ricoeur, en su obra Del texto a la acción sostiene la pretensión de la verdad sobre la memoria, definida como fidelidad, cuando en realidad todo está revuelto entre emociones y ficciones válidas para la memoria individual y colectiva. Ricoeur afirma que: a) el recuerdo tiene un referente externo a sí mismo y que transita entre diversos colores y estados, b) su fidelidad es la condición que nos permite re-conocer lo evocado; y el que fue ya no puede ser después de la obra. Esto acontece después de mirar y escuchar las pinturas de Richie Morales.
La trasmutación de la madera, el acrílico impacta la trama de los efectos del tiempo sobre la memoria en un camino hacia las leyendas amnióticas naciendo en las pupilas de cada espectador-lector que rememora su nacimiento cuando se para frente a cada lienzo, dejándose pintar-habitar por sus propias definiciones del verde, azul, rojo, los tonos de la luz que tiene oscuridad y sombras. Así, las raíces surgen desde las zanjas más hondas del planeta, para hacernos bailar en el aire, con los latidos de cada ser en esta imaGenética que Richie Morales ha creado para la humanidad. La imaGenética como la imagen que activa nuevas genéticas.
La exposición Los efectos del tiempo sobre la memoria en cada uno de sus colores, figuras, seres y registro del ritmo con el cual crea el pintor invita al espectador a adentrarse en su propio aparato psíquico que surge de la exploración metacognitiva y metasensorial que da cuenta de una concepción de la naturaleza alumbrada por un modelo, tanto físico como fenomenológico, en lo que el filósofo del ser y el existencialismo: Heidegger llamará el ser para habitar y constituir los nuevos lugares, por los cuales la obra de Richie nos hace transitar de modo místico.
A fin de mostrar esta experiencia a la cual nos invita la exposición, se aborda, en primer lugar, la lectura trascendental que Ricoeur hace de la metapsicología, luego, en un segundo momento, se presentan diversas salidas de la muerte y el nacimiento, que en un ejercicio de metarelatos mitológicos de las diversas culturas de todos los continentes, podemos encontrar la reconstrucción argumentativa del vínculo entre obra de arte y naturaleza psíquica, del pintor y del espectador que aprecia y se entrega al acto de amor en los efectos del tiempos sobre la memoria.
Decodificar la vida y la memoria:
Esta exposición es un proyecto que convoca caminos de deconstrucción del código arte, para dirigirnos al estilo de Derrida en su obra De la gramatología, a una serie de transformaciones y reconfiguraciones del diálogo humano, del diálogo entre artistas, todas ellas se expresan en el discurso de la vida y la muerte, como temas constantes en la historia humana y de las especies más brutas de la vida, como la especie humana, que en sus pretensiones de dominio de la naturaleza, olvida que es un mamífero más del reino animal, que está aquí para experimentar la muerte y vida en constante dolor y alegría, al unísono. Tal vez lo que nos hace divinos, es acercarnos a estos temas y experiencias, desde el lugar del artista, del creador, desde el lugar de espectador con sensibilidad y honra, gratitud por la obra entregada como ofrenda de sobrevivencia en tiempos de adversidad y perversión del sentido primigenio de la vida.
Las mariposas, tortugas y libélulas de cada lienzo son voces que vibran al ser miradas y escuchadas, son seres que saben cuando se pasa de la oralidad a la escritura a través de la pintura como estrategia para complejizar lo simple y dejar señas de interpretación entre códigos y latidos, es una deducción que se vuelve seducción en la totalidad de los sentidos y textos eminentes que Richie Morales produce uno tras otro en cada gota de su vida y pintura.
Toda subjetividad está presente, desde el momento en que se escribe este ensayo o se comenta la obra mientras se disfruta de la exposición, ello hace la experiencia del arte, le da significados al camino creado por Habermas en sus Interacciones comunicativas. En efecto, el texto escrito como pintura, como naturaleza, tal y como lo hace Richie Morales trae consigo una doble liberación de las condiciones del mamífero humano siendo el bruto nuestro de cada día, el alter ego de las estructuras que se diluyen en las ilusiones de poder.
Hay una emancipación de lo divino y lo brutal, en el sentido de que esa brutalidad es también divina, cuando el jaguar come su presa y la disfruta, cuando el humano come su carne y los frutos, los disfruta, son todos actos culturales y naturales al unísono, que pueden ser constantemente trasmutados.
Al respecto Ricoeur explica en sus procesos hermenéuticos de la memoria y las religiones como aparatos de fragmentación del alma, mal entendidas desde su etimología Religare como el acto de reconectar con la espiritualidad de cada ser. Esta emancipación que provoca la obra de Richie, es de muchas maneras un guiño a la urgente autonomía semántica que nos haría bien respetar y encontrar, hay cierta gracia en ello, cuando se derrotan las pretensiones de comprensión y se ingresa desnudos al mundo de los sentidos liberando la transparencia enunciativa de la conciencia.
Dejarse conmover por Los efectos del tiempo sobre la memoria es aceptar que la comprensión del sí misma, del sí mismo, únicamente se lleva a cabo por medio de una obra de arte en la que los diversos roles subjetivos empíricos (individuales o colectivos, pintor, poeta, bailarina y espectadores) no juegan ningún papel en la constitución semántica de la comprensión, más que el de: Comprenderse en el color, en el lazo creativo, recibir y dar, pues la prioridad en el sentido de una presencia primigenia de una ante sí misma, de uno ante sí mismo, como ya lo dijo Ricoeur en Del texto a la acción, es únicamente dejarse estar y dejarse ser.
El texto aquí es el color impreso en el lienzo, la historia narrando nuestros tránsitos entre la vida y la muerte, nuestros renacimientos y miedos, la totalidad de la naturaleza en el vuelo del mítico Quetzal llegando con su mensaje, para liberar al oyente espectador, al visionario espectador y al hablante creador, cuerpo hablante, manos expresando el acto de belleza en una iconicidad transfronteriza, propia de la memoria y el tiempo, con sus ritmos ondeantes guardados en el aleteo del colibrí, para dejar que cada uno lleve su gota de agua al bosque, apague los incendios y responda por sus actos.
Excelente analogía de «Los efectos del tiempo en la memoria» plasmada en coloridos lienzos, poesía y danza. Un verdadero placer para los amantes del arte. Saludos cordiales Maestro Ricardo Morales y esposa Geraldine Paredes. Un abrazo desde La Antigua Guatemala. Felicidades y muchos éxitos en la presentación de sus obras. Bendiciones!
Genial! Mil gracias querida Claudia por tan fantástico y profundo ensayo lírico.