Empezaré a compartirles mis cuentos y relatos breves, fueron escritos hace 9 años, y es momento de empezar a oxigenarlos en estos espacios.

Cómo iba yo a pensar que aquello que parecía tan verdadero era mentira, cómo vivir ahora con esta nueva verdad que mi ansiedad por conocerlo había desembocado de su boca, cómo iba yo a saber que unas manos frías y torpes desarroparon su cuerpo cuando ella vivía el renacimiento de su existencia, cómo iba yo a sospechar que dos guerras mundiales se adelantarían en su cuerpo y harían explotar las bombas más estridentes de su propia historia, quitándole sus sueños, la sonrisa del alma, poniéndole la sonrisa de la hipocresía que le permita ocultar por más de veinte años la verdad de aquella tarde y esas manos  en su cuerpo, de un tal cual que nunca más volvió.

Ilustración de Veronica Lis

Fue cuando lo supe que empecé a escribir instrucciones de lectura sobre la realidad; empecé a leer en ayuna en una cama con clavos. Cuando no tenía cama me servía el piso de una casa que no era mía, cuando no había casa que no era mía, leía bajo el cielo comprado por algún país, cuando estaba en un lugar sin fronteras ni límites, es decir, un NO PAÍS, leía en la conciencia despierta de algún recién malnacido que dormía en el hueco de su propio estómago y nacía cuándo sentía un olor a totaí que debía ser machucado para salir al monte y desmontar la falta de fantasía que le impidió crear verdades menos ciertas.

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