El teatro de muñecos conocido también como el arte de los títeres, cuyo origen se pierde en la antigüedad ha sido, es y será siempre un instrumento de diversión maravillosa por que puede llegar al espectador produciendo un cumulo de sensaciones que van desde alegría más desbordante hasta un inmenso terror, desde la actitud más relajada, hasta la tensión más insoportable, porque nada puede sustituir a los títeres para crear el universo de magia y fantasía. Es tan fácil mostrar un dragón que aparezca volando y echando fuego por su boca o una enorme serpiente que se devore enteros a los humanos, o sublimemente ángeles bajando del cielo.
En los niños este arte tiene mayor efecto, le ponen todo ojo y todo oído, atrapando su atención el cien por cien: Es común ver durante la presentación que ríe, conversa y se agita en su asiento porque este tipo de teatro determina tanta emotividad en el niño o niña que ocupa activa su mente y su espíritu.
Por eso los títeres, son un valioso medio de expresión creadora, de deleite personal y una inagotable fuente de actividad didáctica.
Afina la emoción del pequeño espectador cada vez más y la alimenta, crea también un clima de juego de espontaneidad, de desenvolvimiento de la personalidad infantil, de esta manera, los títeres cumplen la triple función de recrear, educar e instruir, dando por resultado niños más expresivos, más creativos y más comunicativos. Se puede observar en los mismos niños: mayor capacidad de aprendizaje, de aporte y propuesta de acción. Pero, sobre todo: mayor calidad moral.
Para realizar el montaje del espectáculo de este arte exige que el titiritero o titiritera sea un artista polifacético. Debe empezar siendo escritor para crear la historia a ser contada, el segundo paso construir los personajes con las características que exige el cuento por lo que se inicia la labor escultor y posteriormente debe realizar el pintado del títere terminando así el trabajo del pintor. A continuación, el titiritero debe marcar el movimiento escénico en el retablo haciendo la actividad del arte del teatro. En el desarrollo de las presentaciones casi siempre entra el canto y la poesía. De esta manera el arte de los títeres incluye otras que la complementan de manear armoniosa.
Títere es aquel muñeco capaz de crear códigos de imaginación, movimiento y fantasía. Es el compañero amigo y cómplice del titiritero, juntos recorren los escenarios de las ciudades y los pueblos, es el muñeco quien pone la cara frente al público para contar la historia de su manipulador. Mientras tenga vida seguirán siendo amigos inseparables por que el titiritero mantiene al muñeco, el muñeco mantiene al titiritero.
Por siglos se utilizó el muñeco de papel mache, la construcción era morosa, tediosa, de poca duración, era frágiles para la humedad y las polillas, en cambio hoy los titiriteros cambas hemos incorporado nuevos materiales del entorno cruceño como la tutuma, calabaza de tari, de trapo, de huevo de “piyo”, goma Eva, esponja. Estos objetos que no tienen vida dan tanta alegría a la vida de los espectadores, sus mensajes, sus enseñanzas crean cultura de buen comportamiento en la ciudadanía.
A continuación, describo un poco de la historia del arte de los títeres en Santa Cruz de la Sierra iniciando con Don Bailón Calderón.
Don Bailón Calderón (Década de los 40 y 50)
Don Bailón Calderón en realidad trabajaba como funcionario de la alcaldía Municipal de Santa Cruz era el encargado de cuidar el panteón principal de la ciudad, actividad que desarrollaba para mantener a su familia. La actividad de los títeres era su verdadera pasión, en síntesis, su vida transcurrió entre cuidar a los muertos y divertir a los vivos.
En sus presentaciones participaba la familia lo hacían en un escenario improvisado con una pequeña carpa que servía de frontis a los diminutos actores, que se movían manipulados por hilos que pendían de varios anillos insertados en los dedos del titiritero.
En cuanto a la trama de la historia que se relata a través de los personajes, se cuenta que “Perucho” era el personaje principal a la vez el héroe de la historia, que se enfrentaba a un batallón de soldados enemigos, venciendo uno a uno a ese ejercito de los malos, entre otros trabajos artísticos le gustaba presentar en títeres los juegos populares de Santa Cruz de la Sierra.
Cuando la adrenalina subía en los espectadores y los niños empujados por la curiosidad se acercaban demasiado a los muñecos, aparecía una enorme víbora de debajo de la carpa haciendo retroceder a los curiosos impertinentes entre gritos y alborozo.
Don Bailón Calderón fue uno de los titiriteros destacados que tuvo Santa Cruz hizo del teatro de los muñecos un legado para sus hijos y su comunidad. Él empezó al final de la década de los 30 y culminó sus actuaciones el 1963. Al fallecer don Bailón su hijo mayor, Daniel Calderón Moreno, dio continuidad a este maravilloso y magnifico arte; siendo la década de los 60 que brilló este titiritero recorriendo pueblos y aldeas divirtiendo a la gente y robando la sonrisa de los niños. A su muerte retomó Bernardo Calderón Moreno, el hijo menor de don Bailón. Así la dinastía artística de los Calderón, moviendo sus dedos y levantando telones hicieron crecer la alegría de los cruceños.
El teatro de la Villa (Década de los 70 y 80)
Conformado por los paceños: Hugo Alvarado y Hormando Monzón; con el argentino radicado en Bolivia Machiori, este grupo en la ciudad de La Paz se denominaba “Joven Teatro”. Eran actores de obras teatrales que decidieron introducirse a los títeres las cuales toman verdadera forma con la orientación que les dio Darío Gonzales: actor, director y titiritero de larga trayectoria que en ese entonces se encontraba en la ciudad de La Paz.
El grupo “Joven teatro” se hace parte de ese proceso migratorio y levantan maletas con rumbo a Santa Cruz de la Sierra a invitación de la casa de la cultura “Raúl Otero Reiche”. Estableciéndose en la ciudadela “Villa 1ero de Mayo”, fundando el “Teatro de la Villa” en el año 1983.
Tuvo intensa actividad, hizo montajes de muchos espectáculos de títeres, realizando presentaciones en diferentes barrios y provincias, como también en el sector Urbano. Posteriormente sus integrantes siguieron transitando otros caminos, en pos de nuevos horizontes. Lo hecho queda, como una muestra de lo que se puede hacer cuando el teatro dirige su mirada al público y a la comunidad entera.
Taller de Títeres de la Unión de Grupos Culturales (Década de los 90)
El taller de títeres de la “Unión de Grupos Culturales”, se creó con el objetivo de tecnificar este género artístico entre la juventud de los barrios de Santa Cruz de la Sierra. Aquellos que integraron este nuevo espacio artístico fueron: Francisco Armando Trujillo, Vidal Añez, Fátima Pinto, Dilia Guzmán y Zenón Quiroz.
Entre las tareas que debían realizar estaba: enseñar sobre la construcción de muñeco para títeres, técnicas de manipulación e improvisación, montaje de espectáculos y promoción de valores en la población cruceña a través de este espectáculo divertido. Para cumplir estos objetivos no se contó con ningún tipo de apoyo ni de las autoridades ni de ninguna otra institución; solo se contaba con el efectivo del amor al arte que desarrollaban y contaban los miembros de la “Unión del Grupo Culturales”, pues eran jóvenes idealistas y soñadores en un mundo mejor.
Ellos sabían qué, una actividad positiva causa una reacción en cadena de buenos comportamientos en la sociedad. Es por eso que este grupo ocupaba días y semanas y hasta meses elaborando su material y construyendo sus historias qué con cariño y entusiasmo después fueron brindadas a un pueblo que las necesitaba. Con sus espectáculos caminaron centenares de barrios y pueblos de provincias distrayendo y despertando emociones con sueños y esperanza. Se los identificaba cuando aparecían dos títeres gigantes paseando por las calles polvorientas de la villa y urbanizaciones periféricas de la ciudad. Los monumentales muñecos ejercían una gran atracción entre la gente, que dejaba sus quehaceres y se iba detrás de ellos en caravana, directo al lugar donde se desarrollaría la actuación, que casi siempre eran escenarios improvisados. El público estaba compuesto más por personas mayores que por niños; eso explica por qué la mayoría de las funciones incluían sátiras políticas y sociales que hacían referencia a los hechos ciudadanos.
Los Duendes de la Caverna (De 1998 hasta 2024)
La escuela de teatro de títeres “Duendes de la Caverna” se fundó el 10 de marzo de 1998 a iniciativa de seis jóvenes ex miembros de la Unión juvenil de grupos culturales que fueron los siguientes Darwin Méndez, Virginia Valverde, Jaime Peña, Erika justiniano, Carmen paiva y Zenón Quiroz.
El lugar donde empezó a operar esta compañía fue la zona de Alto San Pedro en el barrio Villa Warnes, específicamente en el Centro Católico “Dios y hombre”, que era una comunidad religiosa dependiente de la parroquia Fátima. El espacio cedido fue el sótano del edificio de LUPANGUA, lugar donde se hacían las películas en video de carácter educativo.
El sótano estaba deteriorado, lúgubre y oscuro. Los jóvenes encargados de los títeres solicitaron ayuda al taller de pintura de la Unión de grupos culturales, convirtiendo el lugar en un espacio de fantasía y magia. Los artífices de este trabajo fueron los pintores Raúl Panoso, Gabriela Arnés, Jorge López, Jorge Quiñones y Samuel Iporre.
Respecto al nombre de esta escuela, los creadores explican: “Duendes” está relacionado con la leyenda popular en esta zona del país, que narra que los duendes eran los niños y niñas cuyas almas no podían ir al cielo por no haber sido bautizados en vida y en consecuencia se quedaron en la tierra buscando, en el mundo de los vivos, a los niños y a las niñas para poder jugar con ellos. Aunque sin la parte trágica, los titiriteros consideraban que su arte era una especie de juego artístico, por eso el afán de prepararse para salir a buscar a las niñas y a los niños para jugar con ellos, disfrutando las historias montadas de seducción y encanto y de esa manera interactuar con el mundo de los pequeños. El denominativo de “Caverna” sale a raíz qué en la comunidad religiosa se llamaba así al sótano del edificio y a los titiriteros de la escuela la idea les atrajo. Quedó perfecto “Duendes de la caverna”.
Con el nombre adecuado y con la “Caverna” arreglada de manera apropiada lo primero que hicieron estos emprendedores fue prepararse técnicamente durante cuatro meses. El que hacía de maestro fue Zenón Quiroz, ya que tenía experiencia en el manejo del taller de títeres de la Unión de Grupos Culturales y había sido preparado con anterioridad por el titiritero argentino Darío González en un curso oficiado por la casa de la cultura “Raúl Otero Reiche”. Este trabajo de formación del equipo finalizó en el mes de marzo de 1998 con la respectiva inauguración y qué consistió en la presentación de su primer espectáculo a los niños del barrio y personas invitadas; Contó con una amplia cobertura de los medios sociales.
“Los Duendes de la Caverna” era un centro educativo donde se enseñó las disciplinas de los títeres: la fabricación de muñecos de diferentes materiales, se dio formación para titiriteros, se enseñó cómo hacer montaje de espectáculos; siendo su principal objetivo promover el arte del teatro de títeres en el departamento de Santa Cruz, haciendo del mismo un instrumento de recreación y educación de los valores humanos.