Siempre lo sostuve: leer es elegir. Leer la realidad política de Bolivia es clave; implica analizar entre líneas, interpretar y cuestionar cada gesto, cada palabra y cada silencio de los candidatos. A esa práctica la llamo una lectura quirúrgica oncológica, porque el estado de salud política, económica y social del país es crítico y exige precisión para extirpar lo que lo enferma.


Las elecciones de 2025 se desarrollan en un escenario donde el enojo, el estrés, la crisis y la desesperación del pueblo se convierten en combustible político. Los candidatos, lejos de proponer salidas serenas y racionales, instrumentalizan esas emociones colectivas para presentarse como redentores o vengadores, canalizando la ira social hacia su propio beneficio. Así, el malestar ciudadano, en lugar de transformarse en reflexión y cambio constructivo, se convierte en materia prima para discursos incendiarios que exacerban la división y profundizan la crisis, atrapando al electorado en un círculo de manipulación emocional.


Se trata de candidatos que convierten la ira, el enojo y el descontento del pueblo en su principal capital político. Una ciudadanía dominada por lo amigdalar empatiza con esos discursos desde el inconsciente colectivo, los respalda en las urnas y, al hacerlo, profundiza la crisis. Pero Bolivia no necesita héroes improvisados ni justicieros de uniforme: necesita líderes con conocimiento, serenidad y claridad. Y sobre todo, ciudadanos que voten desde la reflexión, que no se dejen arrastrar por la rabia de un candidato que instrumentaliza el descontento social en medio de la crisis económica, política y social que vive el país.

La decisión es nuestra: ¿votamos con la amígdala cerebral, repitiendo ciclos de odio y fragmentación, o activamos la corteza prefrontal colectiva para reconstruir el país con serenidad y educación? La democracia profunda nos llama a actuar con calma, a no caer en los discursos gritones o matones, a no caer otra vez en el juego del resentido mesiánico.

El lenguaje discursivo y gestual de los candidatos que clasificaron para la elección de octubre de 2025 revela mucho: se trata de aspirantes que ni siquiera logran gobernar sus propias emociones y actitudes. Entonces, nos dejo estas preguntas: ¿cómo podrían gobernar un país?. , ¿Nosotros como ciudadanos, somos capaces de elegir, qué elegimos y si realmente elegimos, o ya está todo decidido?

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