La poesía de Eli Rodríguez es fuego de denuncia y libertad chamánica.
El poemario Umbral de vereda, es un textil de metáforas y figuras literarias que evocan situaciones humanas desorbitantes que mueven la sensibilidad del lector a preguntarse: ¿Qué experiencias sostienen el poema?, ¿quién contiene al gurí, a la mujer, al hombre, al oficio que el sistema socioeconómico en el cual vivimos impone a estas etapas de la vida?
Todas estas experiencias, preguntas, etapas están atravesadas por palabras llave en el libro: la palabra deseo, por la palabra migrar, por la palabra viaje, por la palabra soñar, mirar, todas ellas conforman un conjunto semántico que nos aproxima al mundo interior de la poeta Eli y al mundo de la humanidad, porque ella escribe desde sus jardines interiores, desde un patio y casa sin muros, la que ha construido en su ser con una profunda huella de lo social en su seno.
Una huella profunda que no se queda mirando al otro desde su vereda, sino que cruza la vereda para sentarse a conversar con el otro, el diferente y el mismo a ella. La voz lírica del poemario atraviesa un umbral para dialogar con el del otro, ese otro puede ser el hombre, la mujer, el gurí, la cajera que deja su mujer, el conductor que deja su hombre y su niño interior, la mujer que duele y que vibra, el hombre que no escucha, es observado y denunciado, desde los sentidos poéticos que Eli convoca con su voz de fuego, para quemarlos a todos, transmutarlos.
Dejo aquí una selección de los poemas que imprimen en la retina de los ojos y el alma, esa fotografía de la vida, del umbral y la vereda, la suya y la nuestra, poemas que invitan a cruzar la vereda, la de los cuerpos interiores que temen la transmigración porque están atados a los juegos del sistema; la escritora Eli Rodríguez desde tierras Uruguayas encontró la huella digital para superarlo, en sus versos ella transgrede las redes para desenredar el camino que nos invita a este Umbral de vereda.
Cruzo con ella, los invito a leerla.
soñamos
el adiós
que no puede
arrancar
despedidas.
Si
hubiese
visto
el umbral
de vereda.
Si
hubiese
mirado
el viaje
de baldosa floja
me hubiese
bajado del bondi.
Bajo
la luna
de abril
hay
un hombre
de papel
que hace trapo
mi corazón reo.
Una
gota
de náusea
baja
desde la lluvia
recuerda
la rugosidad
de los muertos.
El miedo
a la muerte
es miedo
al meta
y ponga
miedo
al goce
miedo
al orgasmo
brutal.
En tu casa
de anacahuita
donde pensás
morir
conservás
el polvo
del escándalo
semanal
que te mantiene
vivo.
Necesito
estrangular
la última
página.
Allí
donde
comienza
el sacudón.
La mujer
prefiere
el enigma
del gato
porque
entraña
la seducción
que en el motor
de la respiración
busca el misterio.
La modernidad y la tecnología de la incomunicación se hace presente en estos poemas:
Siento
el hechizo
lejano
el momento
fatal
donde voy
al click
donde llego
a vos
pero no.
Sola
en el poder
de la mañana
me salva
un mail.
En la tarde
alucino
ringstons
que por todos
lados
me besan.
Acabo
en la partida
de la ausencia.
Acabo
amurada
en la red
del deseo
Finalmente, lo que Eli denuncia no es únicamente la mujer, no es el hombre y su brutalidad, no es el deseo; su denuncia es al sistema axiológico que atraviesa nuestras existencias, a preguntarnos si estamos conscientes y dispuestos a cuestionar esta forma de vida que hemos configurado, si estamos dispuestos a entrar en un punto de inflexión para reflexionar aquel ethos y pathos social que no está asesinando y que se dibuja como un suicidio colectivo del cual todos somos responsables, no hay víctimas ni verdugos, ha responsables.
El poemario nos hace reflexionar sobre la economía de la comunicación, de las relaciones, el mercantilismo en torno a ello, la insistente migración por migajas que no les resuelven la vida, pero les anestesian la existencia…hay que identificar quién está robando la conciencia, palabras como volqueta, combinada con sudor y deseo, gurí combinada con indiferencia, alquiler del deseo, un alquiler para sacudir el deseo…etc. Eli metaforiza situaciones terribles en cada poema, las de-vuelve a su origen, las estrangula para connotar la frontera cruzada y vetada a la vez.
Podemos leer en este poema de Eli:
La cajera
vive
en la trama
de las góndolas.
Trabaja
en los orificios
del supermercado
donde una milonga
doblega las migraciones
de las primeras
salidas laborales.
El deseo
no se
calma
el deseo
no se colma.
Solo espera
las fantasías
de oro
en la pieza de alquiler.
Cada metáfora de Eli es la leña que atiza el fuego para vencer al sistema y recuperarnos en nuestra esencia humana de amor y libertad, sus poemas son piezas de valentía para crear la fogata en la cual nos sentemos a cantar con ella, cruzando el umbral de vereda, o quedándonos en él, para ver cómo son transmutados todos estos personajes que deambulan entre vereda y vereda, entre red y red, entre piel y piel, entre la brutalidad y la bondad, entre la ausencia, el adiós y la llegada de su canto que enciende la voz de los sin voz.
Muchas gracias por tu valioso trabajo poeta, investigadora y amiga Claudia Vaca.