Un análisis de mi poesía, realizado por el escritor, amigo y hermano Homero Carvalho.
El diccionario nos informa que curucusí, es un “insecto volador de unos tres centímetros de longitud, oblongo, pardo y con dos manchas amarillentas a los lados del tórax, por las cuales despide de noche una luz azulada bastante viva”, lo cual no dice nada de lo poético que es este bichito de luz para los bolivianos; por eso Claudia Vaca, poeta, navegante de la tierra, caminante del agua, corredora de cielos de fondo, decidió bautizar su nuevo poemario con esta palabra para anunciarnos que este diminuto insecto alumbrará sus palabras y guiará nuestra lecturas. “Anidamos la luz nacida en la palabra Curucusí”, aclara la poeta.
Curucusí, es el título de este vuelo poético en el que Claudia reúne “poemas nacidos entre los años 2008-2022 del calendario gregoriano, en diversos lugares del planeta tierra”, en ciudades y pueblos de Bolivia, Brasil, Canadá, Argentina, Uruguay, Paraguay, Colombia, Chile, España, Etiopía, Israel y otros, muchos otros. El viaje inicia en el vientre mismo de la madre.
Al leerlo pensé que Claudia estaba cumpliendo el ritual de la sabiduría de iluminarse con la filosofía, para realizar las preguntas que la poesía irá respondiendo en cada poema y así pude encontrar a la filósofa y poeta; que al decir de María Zambrano: son dos mitades que completan al ser humano. Ambas disciplinas buscan desentrañar lo humano, la filosofía desde la razón y la poesía desde la revelación. Zambrano afirma que “de no tener vuelo el poeta, no habría poesía, no habría palabra. Toda palabra requiere un alejamiento de la realidad a la que se refiere; toda palabra es también, una liberación de quien la dice”.
A su manera, ambas disciplinas revelan la verdad de lo que somos. A través de la filosofía intentamos acercarnos a la autenticidad y la poesía indaga en la condición humana. Para Zambrano la poesía aborda la creación desde el no ser y la filosofía desde el ser. El no ser sería la memoria de la conciencia desde el olvido, apenas somos esos instantes de lucidez mientras lo demás permanece en el olvido. Creo que tanto la filosofía como la poesía son formas del conocimiento, la poesía de manera espontánea y la filosofía a través de la razón.
Eso es lo que ha venido haciendo Claudia desde su primer poemario, pasando por el tamiz de su tesis publicada con el título de El libro es un territorio y el lector un habitante, así como sus propuestas académicas de promoción de la lectura que buscan dotarle a los educadores y estudiantes de nuevas herramientas de enseñanza, más allá de las tradicionales ya obsoletas, posicionando la lectura como un acto poÉtico,
En Curucusí la poeta y la filósofa se encuentran definitivamente, dialogan, proponen, piensan, imagina, reflexionan, poetizan y sugieren. Ana María Hurtado lo aclara en el prólogo: “Claudia Vaca nos dice aquello que debe ser dicho para que nos inunde, que nos alcancen las corrientes de la voz antigua de sus deltas silábicos, con el tejido acuoso de sus palabras que nos invita a subvertir las lenguas del orden y poner fuego en el agua. Hagamos que el Curucusí encienda las palmas de nuestras manos”.
Otra de las características de la poesía/filosofía de Claudia es jugar con los significados de las palabras, dotándolas de nuevas semánticas: “Las hijas de las tías se cansaron/de la tra [d] ición y de es po[z]so/ las pedradas [m] atándolas” (…) “[ ll ] amando el viento en luna roja/ reverdeciendo la fe/ en el [r] ojo de nuestros comienzos” o combinando para volver poesía a la palabra como tal: “Estamos atraversando la rotación, admirándote, VERde, revisan, sobrevi VIMOS
La poeta rescata palabras de idiomas originarios cuyos significados son múltiples en el idioma español y las incorpora como partes inherentes a su poética.
La filosofa recurre a la pregunta para recordarle a Dios la vida misma y mostrarnos el mal. Toda su obra rescate tres memorias: la familiar la amorosa y la cósmica, que para ella hacen a su poÉtica, unión lírica entre la poiesis y ethos, es la forma en la que la poeta según su testimonio “creamos nuestras vidas” para luego confesar que le han pasado muchas cosas, como a todos, que, sin embargo, ella eligió la memoria
amorosa para sanarse, para liberarse de otras memorias, “finalmente han sido tránsitos de una y muchas vidas” se define nuestra filosofa/poeta, que parece ser discípula del joven Marx, del que que afirmaba que la filosofía, hasta ese entonces, había interpretado el mundo y que se trataba de transformarlo. Claudia siempre trae las manos llenas de arena, para que nunca falte el grano que transformará el mundo, o por lo menos a nosotros, que es lo mismo.
Felicidades Claudia, Homero tiene en la punta de sus dedos el comentario apropiado para tan hermoso poemario que titila en la noche más oscura dejando estelaa de luz a sus lectores!!!