Desde hace una década empecé a participar de encuentros, festivales, lecturas de café, congresos literarios, donde la literatura tiene como epicentro a la poesía, espacios académicos y espacios artísticos, en cualquier caso, el sello que le pongo a mi participación en estos espacios por Latinoamérica, gira en torno a la afirmación: el cuerpo del poeta es su poesía. Así divulgo no solo mi trabajo literario, sino también el de colegas escritores de mi país, resaltando la diversidad de voces y estilos poéticos, la producción literaria boliviana, que muchas veces no se visibiliza en su totalidad hacia el exterior.
Por diversos motivos no todos los escritores pueden asistir a los encuentros, festivales; por ello considero que, si entre colegas escritores y poetas apostamos por leer la poesía de unos y otros, reseñar brevemente el trabajo de quien se lee, esto es un granito de arena para que la poesía y literatura boliviana siga posicionándose internacionalmente, dada la ausencia de una política nacional de divulgación de la literatura boliviana en el mundo.
Cualquier espacio para leer poesía, es ante todo un espacio para conocer los temas y estilos predominantes en cada ciudad, país, poeta, etc. es un ejercicio de estudio de la poesía en sus distintos momentos, tanto en el poeta como en la ciudad donde se lee o participa de tal o cual festival. Son momentos para compartir con diversos escritores de distintas latitudes del planeta, participar de estos espacios no es solo una ocasión para leer mi trabajo, sino para ejercitar lo que diría Barthes: la sociología de la poesía y la virtud de escuchar.
En el FIP Santiago 2018 (organizado por el poeta Javier Llaxacóndor con gran hidalguía y dedicación), me preguntaron porque elijo leer a poetas de mi país, si es poco el tiempo que nos dan para leer mis poemas (7 a 15 min.), mi respuesta es: “el tiempo alcanza para todos”, me siento llamada a compartir poemas de autores Bolivianos, porque soy lectora antes que escritora, porque siento la responsabilidad geopoética de visibilizar las variantes literarias de Bolivia, dejo que mi voz física sea canal de las voces poéticas de mis colegas, especialmente cuando algunos poetas han partido, migrado al cosmos, el llamado es más contundente: leerlos, expresar sus palabras, su creación, hacerlos presente, invocarlos para que aquello a lo que dedicaron su vida esté presente y se siga conociendo, poetas como Emma Villazón, Adela Zamudio, Hilda Mundy, María Josefa Mujía, Yolanda Bedregal, Blanca Wietüchter, por supuesto también es ocasión para leer a poetas contemporáneos, como Gigia Talarico, Sebastián Molina, Patricia Gutiérrez, Paura Rodriguez, Adriana Lanza, Jéssica Freudenthal, Camila Urioste, Lucía Carvalho, Verónica Delgadillo, Melissa Sauma, etc.
Estar en estos espacios implica desplazar el cuerpo de un lugar a otro, entonces, por eso pienso: [el cuerpo del poeta es su poesía], y donde es leído o nombrado el poema, el cuerpo del poeta se hace presente, y la poesía trasciende fronteras e idiomas, la carne y los huesos, la geopoesía dialoga con la historia de los miles de lectores y escritores que atraviesan fronteras, que migran y transmigran, del campo a la ciudad, de la ciudad al continente, del continente al mundo, del mundo al cosmos, del cosmos a la infinitud recobrada en el legado poético de cada poeta.
Desde que llegué a Chile, gracias a las redes que Emma Villazón generó cuando vivió aquí, las redes de la cual me hizo parte cuando la visité, ella y su compañero el poeta Andrés Ajens han sido muy generosos con la poesía y los poetas. Emma compartía lecturas, sugerencias de estudios, al igual que Sebastián Molina, cuando visitábamos bibliotecas, quien con Roxana Hartmann embellecieron con poemas y pinturas algunos muros y barrios de Santa Cruz, dedicaron tiempo y talento a embellecer los espacios. Me es inevitable no recordar a Emma y a Sebastián juntos, cuando hablo de poesía y de libros.
La Fundación Neruda desde el espacio Estravagario, brillantemente administrado por el escritor y productor Ernesto González, el Taller latinoamericano de poesía dirigido por Tamym Maulen y Francisco Martinovich, la programación en general de este espacio de la Fundación tiene el sello de la integración y diálogo entre pueblos, desde la poesía, ello se deja ver en las personas que lo administran y gestan la agenda mes a mes.
En esta línea, hoy 21 y mañana 22 de Marzo, se celebran variadas lecturas y encuentros en torno a la poesía, me parece relevante mencionar el legado de Emma Villazón y el de Sebastián Molina, ambos poetas nacidos en Santa Cruz de la Sierra, jóvenes que migraron al cosmos, y en su breve paso por la tierra dejaron un legado para la literatura y en el modo de hacer las cosas: con cuidado, con cariño, con dedicación, con una generosidad que traspasa el tiempo y las fronteras, con ambos y junto a Anelisse Arrázola, Milton Sosa, Roger Otero, Ruth Alvarado, Ana Cristina Crespo, Freddy Pérez, y una lista inmensa de amigos que todavía estamos acá, haciendo lo que nos es dado, seguimos hilando las redes, como los que somos: simples gotas de agua o granos de arena, para que algo más grande suceda.
En diversas ciudades del planeta hay una gama de espacios para elegir en cuál ir a celebrar el día mundial de la poesía, o para ir a recitales, conversatorios, para todos los gustos, se promueven y publicitan entre unos y otros, comparten público, se realizan en distintos centros culturales, Bibliotecas, plazas, núcleos académicos, etc. Los recitales de poesía y música, poesía y performance, talleres literarios, para todas las edades; suceden de manera paralela, en algunos he podido participar escuchando y leyendo, mirando y conversando; hoy 21 de marzo estaré en la U de Concepción escuchando la lectura poética del poeta Mexicano José Javier Villarreal, y conversando con otros poetas como Omar Lara, y estudiosos de la literatura, la pedagogía, etc. conociendo la movida cultural de Concepción. Mañana 22 de marzo estaré participando en las Lecturas Mistralianas en Santiago de Chile, organizadas por el poeta Francisco Martinovich, donde reseñaremos pasajes de la vida y obra de Gabriela Mistral, gran poeta y educadora universal. Así mismo leeré algunos textos de mi próximo poemario a Publicarse en Bolivia con editorial La Hoguera, será una propuesta de escritura y lectura de poesía para incentivar el pensamiento crítico y reflexivo, en los jóvenes del plan lector, el poemario se titula Pasaporte. El mismo libro, será editado en Chile, con Andesgraund editores, esta edición tendrá un tono más político, con variantes de poemas universales y de crítica social, política, además con una movida en bibliotecas y centros culturales de Chile, propia de la editorial Andesgraund, que tiene un enorme compromiso para que la literatura y los escritores lleguen a todos los rincones de Chile.
La voz poética del poeta está escrita, hacerla escuchar en estos recitales que devuelven la poesía a su origen (allá en sumeria donde se reunían para cantar a la naturaleza, o los griegos y romanos que cantaban sus versos épicos o romances, o los pueblos originarios que cantan a sus ancestros en versos y su propia lengua), la oralidad del poema, la voz del poeta, el poema escrito, el cuerpo del poeta condensado en todas estas fases, para que el latido de la poesía se vuelva concierto y concertemos todos (que no ganen nuestras diferencias, ganarles a ella, eso es poesía). La apuesta de este nuevo libro y de mi participación en estos recitales, ferias, etc. es por lograr un mejor diálogo entre los diferentes autores, superar nuestras diferencias y hacer un trabajo por la literatura universal, ensamblar voces, ese es el desafío, incluso a nivel de géneros literarios, ensamblar géneros, generaciones, estilos, lograr la anhelada unidad cosmológica.
Los dejo con dos versos de la poeta que abrió un sendero de fraternidad, sororidad, reflexión y crítica literaria para Latinoamérica, del poema: y si (todo el oro en oír), en su libro Temporarias y otros poemas.
se trata de oír el fuego el río y las olas
que saben de la altura de lo solo y lo incierto.