Estas palabras fueron pronunciadas por la voz poética y física de mi amiga Emma Villazón, el año 2008, la noche del nacimiento de mi primer poemario, titulado Versos de Agua y publicado bajo el sello de Editorial El País.
Considero que si alguien ha elegido escribir, hacer literatura, es porque necesita hablar de otra manera que la habitual, porque algo le ha sucedido, y el lenguaje, ya sea en la vida pública o privada, no le satisface, no le es suficiente, no le alcanza para expresarse. Por eso nace un escritor, porque le urge decir algo que no se puede, que no se acostumbra decir en la vida cotidiana. Desde ese punto de vista, un escritor guarda secretos poderosos, ineludibles, vertiginosos. Pero cuando por fin decide revelar su peculiar forma de hablar, su palabra irrumpe en la ceguera común que nos provoca la luz, y produce en nosotros, los oyentes, una especie de júbilo y temblor.
De esa manera, espero que ocurra esta noche, cuando algunos lean por primera vez Versos de agua. Un libro de una voz que por primera vez ofrece sus secretos a los otros, y camina entre las piedras de la poesía, hablándonos de una manera inocente (en el sentido que nos recuerdan los poemas del romántico Holderlin cuando se refiere al alma y la pureza), para describirnos ciertos gestos de gratitud con la vida, y otros de batalla contra los ejércitos invisibles que pretenden ocultarla.
Así leemos:
Amanece
y te meces en la hamaca de la burda hipocresía
¡Habla!
y ahoga tu mirada en sus palabras
¡No avances!
ahuyentas el gozo
¡Callé!
Implantando así mis muros.
Y en otra página, encontramos:
INCUBADORA
Vuelvo…
…de incubar los versos.
Descanso
en la bendita palabra
que crea lo innombrable.
Reaprendo
en la bendita palabra
de apacible aroma,
de viajes majestuosos,
de seres loables,
de sueños realizables.
¡Bendita palabra!
Incuba la acción,
urdiendo el mañana.
Crear lo innombrable es, para Claudia, hacer poesía, o sea tratar de encontrar palabras que expresen una subjetividad, la interioridad de una joven que lleva un verbo que madura en sus labios.
En este libro, además de ese tono pleno de sencillez e inocencia, encontramos algunos poemas que blanden en el aire un tono distinto y se acercan a la denuncia, pues critican la desconcertante planicie y vulgaridad de algunos que viven en estos días con el alma secuestrada.
EMBARGO
Secuestrar el alma,
en estos días
es un riesgo
de virginidades solitarias,
de decencias simuladas.
Confiscar el alma
es un hobbie
de castidades revueltas
en cuerpos de porcelana.
Así, Claudia inicia su viaje hacia la poesía, dando breves y sencillos pasos como sus poemas, sin embargo desde ahora tendrá un reto mayor que esta primera obra: vencer estos primeros versos con otros que los superen; pues, es necesario recordar al poeta Auden en esta hora de fiesta, cuando dijo: “Sólo sé que soy poeta, si una vez que terminé un gran poema, me enfrento a escribir otro mejor”. No será un poeta quien escribe uno o dos poemas, sino quien trata de vencerse a sí mismo, a cada momento, en cada una de sus obras.