El cuerpo del poeta es su poesía, fue el sello de mi participación en el FIP SANTIAGO 2018, pude compartir con diversos poetas de distintas latitudes del planeta, cuando tengo la oportunidad de estar en recitales, lecturas, conversatorios sobre y de poesía, me siento llamada a compartir poemas de autores Bolivianos, porque siento la responsabilidad geopoética de compartir las variantes literarias de Bolivia, la contemporánea y la de mis antepasados, la de amigos, conocidos y desconocidos, poetas que escriben desde su lugar en la historia y el caleidoscopio con el cual viven ese lugar que los habita.

ProviBus, Plaza de Providencia-Santiago, con los poetas: Indran amirthanayagam, Victoria Herreros, Victor Munita, Gladys Mendía (EE.UU., Sri Lanka, Chiloé, Bolivia, Copiapó, Venezuela)

Estar en estos espacios implica desplazar el cuerpo de un lugar a otro, a veces se tiene la suerte de vivir donde suceden las cosas, a veces no, entonces, por eso pienso: [el cuerpo del poeta es su poesía], y donde es leído o nombrado el poema, entonces el cuerpo del poeta se hace presente, y la poesía trasciende fronteras e idiomas, la carne y los huesos, la geopoesía dialoga con la historia de los miles de lectores y escritores que atraviesan fronteras, que migran y transmigran, del campo a la ciudad, de la ciudad al continente, del continente al mundo, del mundo al cosmo, del cosmo a la infinitud recobrada en el legado poético de cada poeta.

Agradezco y felicito a Javier Llaxacondor y todo el equipo organizador del FIP SANTIAGO 2018, por organizar un festival que convocó a poetas de más de 15 países del mundo, en la ciudad capital del país de la Poesía (Chile), como lo han denominado en más de una ocasión diversos organismos de la cultura y la literatura. El FIP SANTIAGO se desarrolló en distintos centros culturales, Bibliotecas, plazas, núcleos académicos, espacios varios. Los recitales de poesía y música, poesía y performance, talleres literarios, para todas las edades; sucedieron de manera paralela en cada uno de estos espacios, entre el 2 y el 5 de Mayo y tuve la dicha de participar escuchando y leyendo, mirando y ad-mirando.

Biblioteca de Renca, Foto Verónica Lis

Participé como poeta de Bolivia, en tres de ellos: La Biblioteca Municipal de Renca, El Centro Cultural Brasil y en el bibliobús de la plaza de Providencia- ProviLibro, espacios en los cuales realicé la lectura de poemas propios y de los poetas bolivianos: Pablo Carbone, Hilda Mundy, Homero Carvalho, Emma Villazón, Marco Sainz, Adriana Lanza, Patricia Gutiérrez, Nicomedes Suárez, Paura Rodriguez, Hilda Cuéllar, Gary Daher, Alejandra Barbery, Lucía Carvalho, Jessica Freudenthal, Gigia Talarico, Melissa Sauma,  Cada poema fue aplaudido y disfrutado.  En estos encuentros, la generosidad sigue llenando mi nuevo estante de poemas, de todas las latitudes, los intercambios y trueques de libros son parte del ritual de estos espacios de acercamiento entre la voz de los poetas.

Poeta español Rafael Solar 

Poeta Chilena Victoria Herreros

La voz poética del poeta está escrita, hacerla escuchar en estos recitales que devuelven la poesía a su orígen (allá en sumeria donde se reunían para cantar a la naturaleza, o los griegos y romanos que cantaban sus versos épicos o romances), la oralidad del poema, la voz del poeta, el poema escrito, el cuerpo del poeta condensado en todas estas fases, para que se oiga y se celebre, como dice el lema del FIP SANTIAGO: El latido de la poesía.

Poetas Armis Quinteros (arriba) y Gladys Mendía (abajo, con chaqueta)

Aquí les dejo algunos de los poemas leídos y que disfruto releer de estación en estación:

y si            (todo el oro en oír), de Emma Villazón

se trata de que la mañana no entrega un camino

se trata de que el viento no orienta en declives

se trata de que los padres solo tejen el abandono

se trata de que nadie hay preparado

para recibir las olas de lo solo y lo incierto

se trata del silencio del fuego y del río

ahí adentro en tus costillas empujando

se trata de la fuerza única para hacer árboles

con que defenderse de las trampas propias y ajenas

se trata de atravesar paisajes increíbles y sinuosos

llevando el deseo como un panal sobre la falda

augurando grietas y cartas indescifrables hechas de soplos

se trata de hacer arder lo que se arrastra y quema

se trata de enviar saludos a cada cosa

se trata de lamer cortezas como un perro

se trata de oír el fuego el río y las olas

que saben de la altura de lo solo y lo incierto

Equis, de Jéssica Freudenthal

Este poema se deshace,
se desgaja en los pliegues del silencio
lentamente
intentando asirse al verbo,
a la sintaxis de tu ausencia
a un adjetivo que no existe.

Este poema se rompe:
Acaba de parir otro poema.
Se vacía de la forma
y al fondo está el pronombre.

Mi corazón se muere de la risa
cuando me ve llorar.
Éste no es un poema.
Esto no es un poema.

Es un trozo incompleto del abismo,
un simulacro de fuga,
pura gimnasia cerebral,
todos los puntos suspensivos…

Arrebatos de crepúsculo, de Pablo Carbone
El invierno acecha
con su multitudinaria farsa
este silencio conquistado,
esta trémula noche en que evoco
el último grito de la rosa.
I, de Pequeñas mudanzas, de Paura Rodriguez
Destejer

equivoca

el curso

del tiempo,

enturbia

el agua.

Un nombre pretérito

moldea el contorno de tu rostro.

La epidermis de los días

no se resquebraja fácilmente.

Al final,

transaremos con lo desconocido

como ilusos viajeros

piaremos

si es que el hambre nos deja un hueco en la memoria.

Nuestra frente será dichosa.

/Falda corta/ de Lucía Carvalho

En la noche, no camino sola, peligroso

En la casa, yo limpio, me hago cargo

Es mi cuerpo, no lo muestro, da vergüenza

Es un halago, un extraño, estoy callada

Es mi escote, falda corta, fue mi culpa.

Poesía silvestre, de Adriana Lanza, es el ardor escuchado con las flores del cuerpo y con la mente del monte, capaces de callar el “volumen del mundo”para oír tan solo la “evidencia del corazón que rebasa la jaula” y evoca el ingreso de “impetuosas proposiciones: desde saltar el muro con cautela para robar naranjas, hasta devorarse en la cama a partir de la oreja.”

DIFÍCIL, de Gigia Talarico
Se me hace difícil
recoger mis huesos
esta noche
     calzar esta armadura
construida quizás
     con hilos
de otras vidas
y cristales de tiempo
Se me hace difícil
las miles de facetas
     y el fulgor engañoso
del olvido en invierno
Se me hace difícil
     la frenética
marcha de Bacante
     sin la isla perdida
de tu cuerpo.

Dieciséis, de Hilda Mundy

El gigantón-poste ha florecido en una bombilla eléctrica por milagro de la Empresa de Luz…

Ascendida sobre la vulgaridad achatada de la ciudad,
la orgullosa contempla embebida el damero “derrengado” de las cuadras con una atención insólita…

Todo el barrio se imanta a su visual…

Está contagiada irremisiblemente de la maledicencia,
la procacidad, grosería callejera.

Ella sabe lo que ocultan los antetechos trasteros de
las casas del barrio…los repliegues postreros de las
construcciones…los jardines interiores…o el encanto
ventilado de las azoteas…

En la ociosidad de todos los días , atisba cómo van de
desvestidas y ligeras las mujeres en su desperezo matinal,
cuando los patios recogen sus primeras tonadillas
despiertas…

Ella sacia su curiosidad femenina con un sentido
recóndito y entrañable de todas las pequeñeces del
barrio.

En tanto que su tallo, el fiel madero-poste como un
Amante resignado, continúa sosteniéndola con su
resistencia cuerpilarga y desgarbada…

Fotografías de Verónica Lis.

Un comentario en «El cuerpo del poeta es su poesía»

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